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sábado, 12 de febrero de 2011

El acantilado de las pesadillas

Anduvimos los siete kilómetros que Caz nos dijo anteriormente y nos encontramos con un hermoso puente de madera tallado cuidadosamente, me asombré al ver las tablas del suelo del puente, tenían grabadas caras de personas, estaban tan bien talladas que me dio pena pisarlas pero teníamos que cruzar el puente. Los primeros pasos fueron placenteros, demasiados placenteros, como si te hicieran un masaje en los pies, pero luego la cosa empeoró, el puente se tambaleaba como si alguien lo moviera entonces recordé las buenas palabras de mi amigo Caz: “Hay que tener mucho cuidado porque los seres que se encuentran en el fondo del acantilado pueden mover el puente o hacer una cosa peor”. En ese momento me di cuenta del peligro que corríamos pero teníamos que seguir andando para llegar al otro lado y salvar a mi querida Mariam.

      ¡Aaaaaaaaaaaaaah!- grito July.

      Una de las tablas del puente se había roto y July cayó por el acantilado, pero conseguí agarrarla de la mano y tiré de ella para salvarla pero no tengo tanta fuerza como para levantar a una persona, entonces se me ocurrió la mala idea de coger una tabla que estaba a punto de caerse para que July se agarrara, ella se aferró fuertemente, dejando la marcas de las uñas en la tabla, pero de repente la tabla se me escurrió de las manos y mi compañera cayó al vacío. Después de ver el sufrimiento en la cara de July al caer empecé a derramar lágrimas por todo el puente, después de secarme los ojos con la manga de la camiseta me levanté pero que mala suerte la mía que me resbalé con mis propias lágrimas y caí en el profundo acantilado. Mientras caía, mi vida pasaba por delante de mis ojos, desde que nací hasta ahora, después miré hacia abajo y me di cuenta de que aquel gran precipicio no tenía fondo, solo veía un color apagado de negro, después levanté mi vista y solo podía ver una pequeña luz anaranjada fruto del hermoso atardecer que me estaba perdiendo.

      Pensé a donde iría, ¿al cielo o al infierno?, preferiría el cielo porque se está más a gusto que en tu propia casa pero no me lo podía permitir, había matado a mi compañera de viaje, July, por lo que merecía ir a ese terrorífico y oscuro infierno. Después de meditar tanto miré hacia abajo y vi un pequeño círculo pero cada vez que me acercaba se hacía más grande, parecía un agujero negro pero no era de ese color, es más, se podía ver dentro de él lo que había: un arroyo con un color morado, un coche de juguete amarillo tirado, una tierra firme de un color verde oscuro, y, no me podía creer lo que estaba viendo, era July, estaba andando pensativa, ¿cómo había sobrevivido?,  pero en ese instante me di cuenta de que no iba a poder decirle adiós, ni siquiera una simple letra porque en cuanto me chocara con la hierba moriría.

      En el pequeño momento en el que mi cara iba a impactar contra el suelo, reboté, el suelo de aquel agujero era una gran colchoneta rellena de goma espuma y algodón. Corrí hacía July y le di un beso en la mejilla, se sonrojó.

-          ¿Có- cómo has sobrevivido? y… ¿qué es este lugar tan extraño? Parece sacado de una pesadilla.- dije mientras me rascaba la cabeza.
-          Para empezar cuando me caí vi un extraño agujero donde se encontraba este lugar y reboté como tú has hecho antes y me puse a investigar, aunque no lo aparento tengo mis instintos detectivescos, bueno, me encontré con una planta pequeña y hermosa con un tallo tan fino que si la tocabas se podía partir, esa era la única planta que yo he visto en este lugar viva.

      Después de hablar un rato andamos desorientadamente hacia algún lugar desconocido. Por el camino nos encontramos plantas carnívoras que comían chocolate, cebras que se arrastraban como una serpiente y un cocodrilo bebiendo té. Cuando llevamos unos cientos de kilómetros me paré a mirar el reloj pero se había parado, es decir, que no sabía si era de día o de noche pero lo que yo sabía era que mis pies no podían andar un kilómetro más así que me senté a descansar en el suelo. Pero pobre de mi,  July siguió andando y me quedé allí, solo, sin compañía, muerto de miedo…  Cuando me dí cuenta de donde estaba me entró todavía  más miedo, había árboles con caras aterradoras, remolinos que hacían ruidos terribles y sombras que te ponían los pelos de punta. Después de ver todo aquello salí corriendo en busca de July.

      Camine un largo rato pero no había ni rastro de ella hasta que me pare a descansar debajo de un hermoso árbol con una forma parecida a la de un olivo pero sin aceitunas, colgada de una rama estaba el pañuelo que July llevaba en el pie, enseguida me subí al árbol pero estaba demasiado alto como para que yo llegara entonces un mini chimpancé saltó a la rama, cogió el pañuelo, me lo dio y se fue.

      Al mirar el pañuelo se me cayó al suelo y cuando lo cogí debajo de el había unas pisadas que seguramente eran de July, seguí esas marcas y me llevaron hacia una pequeña casa con forma de seta. Toqué la puerta y una delicada voz me dijo: “Puedes entrar”. Entre despacio y vi a July sentada en una silla de metal. Me alegre de verla pero había algo extraño. Un viejecito de baja estatura con una barba que le llegaba hasta el suelo se acercó a mí y me dijo:

      -Hola, me llamo Smith y soy la persona que te mandó la carta en busca de tu ayuda, desde ese día te estarás preguntando un motón de cosas que otras personas no te pueden responder pero yo sí. Para empezar te voy a hablar del maleficio que se cierne en este mundo, Wares lanzó un maleficio que hizo que todos los alrededores de las ciudades estuvieran llenos de peligros para que la gente no pudiera salir y así el gobernaría todo este mundo, lo único que le falta es una gota de sangre de una chica, pero no de una chica normal y corriente si no de Mariam, Wares estuvo esperando a que tuviera doce años para raptarla, seguramente ahora le estarán haciendo pruebas para saber de donde tienen que sacar la gota de sangre porque solo se puede sacar de un lugar específico. Nosotros, los anticuados, somos un grupo de personas que intentamos frenarle pero es casi imposible. Dicho esto te sacaré de este agujero y te llevaré al otro lado del puente. July, Rick cerrad los ojos y relajaos.

      En ese pequeño instante sentí unas cosquillas en el estomago como si me hubiera subido en una montaña rusa. Abrí los ojos y me encontré tirado en el suelo de la otra parte del puente junto a July. Le pregunté si estaba bien y lo estaba. Nos levantamos y seguimos caminando hasta llegar a un desvío donde había tres caminos.

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